La fiesta más importante de Asturias es la Fiesta de Les Piragües, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. La fiesta se celebra unida al Descenso Internacional del Sella y tiene lugar el primer sábado de agosto o el segundo sábado, si éste cae en día 1 ó 2.
Este evento nació a comienzos de los años 30, con unas excursiones en piragua de Dionisio de la Huerta, padre de la fiesta, y sus amigos por los ríos Piloña y Sella. En 1932 ya se celebró como competición entre los puentes de Arriondas y Ribadesella, que fue ganada por los riosellanos César Llano y Antón Durán frente a otros palistas del Club de Regatas de Gijón. A partir de ese año el desafío deportivo fue a más, hasta que la guerra civil le puso un punto y seguido. Tras la guerra se retomó con fuerza la carrera, que llegó a un gran nivel de esplendor en los años cincuenta, en los que brillaron a considerable altura deportistas riosellanos como los hermanos Cuesta o Chus Villar. A partir de los años sesenta, en la que tenía ya una considerable proyección internacional, el protagonismo deportivo se lo disputaron a los clubs españoles, los ingleses, daneses y surafricanos. A partir de los ochenta la prueba comienza ser retransmitida en directo por Televisión Española, lo que supuso su relanzamiento. Actualmente se retransmite en directo a través de la Televisión del Principado de Austurias.
Paralelamente a la prueba deportiva tiene lugar una fiesta de grandes proporciones, que comienza el día anterior con una noche de vigilia –para los que no van a competir- en Arriondas y en Ribadesella. El día grande comienza con un pasacalles por la villa de Arriondas, en el que desfilan los personajes característicos de esta fiesta, reyes asturianos, gigantes, cabezudos, las agrupaciones Botijos de Cangas de Onís, Selleros de Ariondas, Entaína de Ribadesella y los Tritones de Piloña, un grupo mítico nacido de la imaginación de Dionisio de la Huerta para cuidar del río y de la seguridad de los piragüistas.
Tras el recitado en verso del ritual de la salida y del cántico masivo del himno de Asturias, las piraguas se hacen al agua con estruendo a las doce en punto, a la vez que los miles de romeros se lanzan a seguir la carrera por tren o carretera. Unos lo hacen en el Tren Fluvial, un coloso que participa en la fiesta desde sus primeros años y es parte de su escenografía, y otros por carretera, utilizando toda clase de vehículos. El reto es llegar a Ribadesella a tiempo de vitorear a los vencedores a su paso bajo el puente de la villa, la meta de la carrera. La fiesta se traslada a los Campos de Oba para la comida campestre y posterior entrega de premios de todas las categorías. Por la noche, la celebración sigue por las calles y plazas de Ribadesella con música hasta el amanecer.