Ribadesella es un concejo con mar y montaña, huele al Cantábrico y a las sierras que lo rodean, y al agua dulce del río Sella; a historia y tradición, a una rica gastronomía y a pesca, en fin, a territorio asturiano.
Su encanto urbano se observa desde lo alto de la Ermita de Guía. La vista se pierde por el Paseo de la Grúa, la Ruta Histórica del Puerto, el Paseo Princesa Letizia o el de los Vencedores del Sella. Los ojos se clavan inevitablemente en la playa Santa Marina, inmensa y perfecta, y en el paseo que la bordea, salpicado de majestuosas construcciones indianas, llenas de historia y color de principios del siglo XX. La vista se vuelve al pasado, muy lejano, hasta pisar las huellas que los dinosaurios dejaron en la Punta´l Pozu y en Tereñes o contemplar las pinturas rupestres de la cueva de Tito Bustillo, Patrimonio de la Humanidad.
La magia de Ribadesella reside igualmente en la zona rural, dibujada por las formas de la arquitectura popular y las casonas solariegas y salpicada, otra vez, por la fuerza del Cantábrico, que se resguarda en pequeñas calas salvajes y se estrella contra inmensos acantilados hasta salir, con toda su furia, por los ‘bufones’ que braman para poner banda sonora a la naturaleza del paraíso riosellano.